sin e-residency, probablemente habría tirado la toalla
Ángela Agraz, CEO de BAMBOLEO TALK lingüista trotamoundos, pudo plasmar su visión única de la enseñanza digital de idiomas en un negocio real gracias al programa e-Residency de Estonia, que salvó su sueño del desánimo burocrático

Para Ángela Agraz, la enseñanza de idiomas no es meramente un oficio, sino una forma de conectar culturas y tender puentes entre personas; y una pasión que la acompaña desde niña. Nacida hace 35 años y con una infancia a caballo entre Albacete y Benicarló (Castellón), creció acostumbrada a escuchar dos lenguas distintas en casa, ya que su madre habla valenciano. Esto, junto a un viaje a Irlanda a los 12 años en el que descubrió “que había más mundo ahí fuera”, impulsó a Ángela a estudiar Traducción e Interpretación. “Lo que mejor se me da es hablar, interactuar con la gente; me encanta escribir y todo lo relacionado con la expresión oral y escrita”, asegura.
Su espíritu inquieto la llevó a los Países Bajos durante dos años, y más tarde, en 2018, a dar la vuelta al mundo en 365 días; una aventura en la que combinó el turismo con pequeños trabajos de docente en distintos países por los que pasaba. “En Australia empecé a enseñar lenguas para costearme la siguiente etapa. Cuando nos fuimos a Nueva Zelanda, algunos alumnos pidieron seguir aprendiendo por Skype”. En cada etapa del viaje, impartió clases allí donde se encontrara: Australia, Nueva Zelanda, Tailandia... “El lugar exacto no importaba, mientras tuviera una buena conexión para seguir las videollamadas”, recuerda.
Estas experiencias fueron forjando en la mente de Ángela un proyecto de emprendimiento: “BAMBOLEO TALK nació de esa idea de que no importa dónde estés: si tienes un método claro y profesores de calidad, puedes llegar a cualquiera a través de una plataforma 100% digital”, explica.
Toparse con la realidad burocrática
Al volver a España, Ángela, reubicada entonces en Barcelona, estaba impaciente por llevar su proyecto soñado a la realidad. Sin embargo, la burocracia y los costes en dinero y tiempo dificultaron la formalización del proyecto.
“Soy una trabajadora y no tengo padrinos, así que empecé sin recursos y con apenas cinco alumnos”. Con sus bajos ingresos iniciales, el sistema español era poco menos que prohibitivo para desarrollar su actividad, además de un laberinto de trámites que drenaban su tiempo.
Su objetivo no era montar “una academia improvisada”, sino un sistema online sólido, con profesionales que pudieran atender a estudiantes de diversos países y niveles. Para alguien que se define como apasionada de la neurolingüística y la fluidez comunicativa —“lo que me interesa es que los ‘Bambies’, mis alumnos, terminen expresándose en otra lengua con soltura”—, no encajaba tener que dedicar tantas energías a rellenar excels y luchar contra normativas poco flexibles. “Cada paso administrativo era un dolor de cabeza y me di cuenta de que perdía dinero. Veía que así no podría crecer”, afirma.
Fue entonces cuando e-Residency de Estonia apareció en su horizonte, permitiéndole formalizar su empresa sin ahogarse en trámites. Era 2019, y una excompañera de trabajo le habló del programa. “Ella ya era e-residente y me habló de esta opción. Yo tenía mil dudas: quería algo claro, legal y simple. Hice muchas preguntas a proveedores de servicios porque quería empezar con buen pie”.
Tardó un tiempo en dar el paso, ya que BAMBOLEO TALK era aún muy incipiente. Finalmente, en diciembre de 2021, se animó a solicitar la e-Residency. “Cuando me llegó la tarjeta, fui a Madrid para recogerla. Era todo muy rápido: llegué de noche, me quedé en casa de un amigo y por la mañana me presenté en el punto de recogida. Me hizo muchísima ilusión. Luego volví en un tren a Barcelona y en pocos días constituí la OÜ”, relata. “Sentí que por fin tenía un respaldo real para formalizar facturas, contratos y todo lo que implica ser una empresa.”
El oasis digital de Estonia
“Un oasis en medio de la burocracia”. Así define Ángela la experiencia de constituir su negocio en Estonia. “Me encantó que todo fuese online. Venía de una etapa viajera y de impartir clases en remoto, así que necesitaba algo que encajara con esa filosofía digital. Yo siempre voy a estar superagradecida al programa e-Residency, porque sin él no hubiese podido llegar a donde estamos. Sin e-Residency, probablemente habría tirado la toalla”.
La rapidez con que logró obtener su OÜ, además, le permitió centrarse en lo que de verdad le importaba: crear una plataforma de enseñanza de idiomas con metodología propia, clases personalizadas y profesores dispuestos a dar el cien por cien. “Con mi tarjeta, mi lector y mi firma online, avanzaba muy rápido. Lo que yo necesitaba era tiempo para dedicarme a mi método de enseñanza, no a papeleos eternos”.
Según Ángela, el hecho de tener una OÜ respaldada por la Unión Europea le ayudó a generar mayor credibilidad ante colaboradores y alumnos extranjeros. “Si quieres crecer y llegar a públicos diversos, necesitas una estructura legal sólida y reconocida. La OÜ era justo eso”.
Las claves de apostar por e-Residency, según Ángela Agraz:
- Evitar el desánimo burocrático: “Cuando empiezas y no tienes una gran reserva de dinero, es vital no gastar esfuerzos en procesos lentos. La OÜ me permitió hacer todo online de forma ágil”.
- Proyección internacional: “Mis alumnos podían venir de cualquier parte. Tener una sociedad estonia daba confianza para facturar y llevar la contabilidad con transparencia”.
- Enfoque en la calidad docente: “Lo que realmente necesitaba era invertir tiempo en mi método de enseñanza, no en ventanillas ni en declaraciones excesivas cada trimestre”.
De alumno a inversor
El término “Bambies” se refiere a los estudiantes que acuden a BAMBOLEO TALK. Entre ellos, surgió un caso especial: un alumno de nacionalidad japonesa que, después de años de perfeccionar sus lenguas con Ángela y su equipo, decidió invertir en el proyecto. “Al final pude conseguir un inversor que es uno de nuestros alumnos, y eso me llena de orgullo. Ha visto la evolución de BAMBOLEO en cinco años y confía al máximo”.
Gracias a ese aporte, la plataforma pudo reforzar sus herramientas tecnológicas, ampliar la oferta de cursos y contratar más profesores. “Nunca pensé que un alumno acabaría siendo inversor, pero ahí está la prueba de que, si tu proyecto funciona, la propia comunidad puede impulsarlo”.
A la hora de describir BAMBOLEO TALK, Ángela insiste en lo distinto que es de las academias convencionales en las que comenzó a trabajar con 19 años, o de la empresa de traducción donde ejerció de gestora de proyectos. “Lo mío es la comunicación humana. BAMBOLEO no se limita a gramática o a ejercicios repetitivos; lo que buscamos es que la gente pierda el miedo y se lance a hablar. Para ello, empleo recursos neurolingüísticos y técnicas que aprendí viajando”.
Desde Barcelona, Ángela coordina hoy su equipo de profesores —dispersos en varias localizaciones— que atienden a alumnos repartidos por el mundo, incorporando cada vez más idiomas a la plataforma y planteándose añadir servicios como la logopedia para quienes tienen bloqueos de pronunciación.
“Creo que la e-Residency es fantástica para quien tiene una idea y pocos recursos. Te permite empezar sin que la burocracia te mate. Luego, si creces y necesitas otras cosas, lo planteas, pero lo fundamental es poder despegar sin asfixiarte”, subraya.
BAMBOLEO TALK sigue sumando “Bambies” y expandiendo fronteras, con la ambición de que cualquiera, desde cualquier rincón, pueda aprender un nuevo idioma con la confianza y el rigor que Ángela siempre soñó. Como ella misma recalca, sin la e-Residency y la posibilidad de constituir una OÜ en Estonia, es probable que BAMBOLEO TALK siguiera siendo un mero boceto: “Lo que a mí me ha permitido levantar esto con seguridad es precisamente esa oportunidad inicial. Estuve un año de autónoma en España y vi que no podía más. El sistema te hace pensar que tu idea no va a ninguna parte. Con e-Residency de Estonia tuve claro que mi sueño podía llegar lejos”.
A pesar de las muchas oportunidades, mantiene los pies en la tierra y recuerda que el éxito actual descansa sobre el momento en que se atrevió a abrir su OÜ en Estonia. “Es la base que me permitió empezar con seguridad, facturar sin problemas, y dar un aspecto profesional a mis clases, más allá de una academia improvisada.”
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